30 abr 2015
28 abr 2015
Ver
Uno ve lo que quiere ver, y quién sabe qué ve el otro. Uno
ve, desde sus ojos, desde su proyección del mundo, desde los rayos de luz que
rebotan en lo que elige ver. Algunos quieren ver el rojo que se nota más,
algunos deciden ver los ladrillos en una pared, otros deciden ver el cielo,
otros el suelo. Algunos intentan ver todo, ver nada, otros dicen que en
realidad no hay nada que ver, solo es una construcción, una edificación de la
mente. Así que veamos lo que queramos ver, veámoslo y seamos conscientes de ver
lo que queremos, de decidir lo que queremos ver, para así construirlo.
Ver lo que uno quiere ver implica ver que uno ha querido ver
algo más, otra cosa, y ver que eso que ha visto o querido ver también es una
invención, una ilusión construida, y eso duele si uno quiere ver que duela, si
no, no duele, entonces uno ahora decide ver lo que quiere ver, qué quiero ver,
se pregunta el que quiere ver algo nuevo, y entonces ve algo nuevo que está
fuera de su construcción, le sorprende, le produce sensaciones fuera de su
lenguaje, fuera de su diccionario mental, entonces desconoce si lo disfruta, si
lo aborrece, si le asusta o si le produce escalofríos, solamente lo siente y ve
que lo que nunca ha visto le produce una sensación nunca antes vivida, nunca antes
sentida, entonces agrega un pedazo más a su cosmogonía a su cosmovisión.
Veamos, veamos todo lo que hay que ver, todo lo que hay por
ver, veamos que lo que vemos en primera instancia no es sino lo que nos hemos
habituado a ver, pero no lo que hay que ver o lo que estamos queriendo ver,
compartámosle a otro que hay otras maneras de ver y si logramos por un instante
distraerle de lo que está habituado a ver y logramos que vea una parte ínfima
de lo que no ha visto, será la ventana entonces para que encuentre ver algo
nuevo que ver, y nosotros al mostrarle algo nuevo, veremos que lo que vemos
también es lo que creemos ver, pues el otro nos dará su visión de lo que
nosotros creíamos ver. Para al final ver que no hay nada que ver, que todo lo
que hay que ver es lo que uno quiere ver, lo que uno decide ver, lo que uno
construye ver.
Dirijamos la mirada, y la dirigimos hacia donde todo es
vasto, incluyente, ilimitado, abramos las cavidades oculares para cambiarnos
los ojos por unos más abarcantes, por unos grandes, grandes que permitan pasar
toda la luz que el cielo derrama sobre nosotros. Estemos preparados para ver lo
que nunca hemos visto, para ver la forma de lo que no creemos que se puede ver,
para ver la forma de lo que no creemos que vive. Veámonos como nuevos videntes,
los que ven más allá de lo evidente. Abramos el centro de nuestra frente,
coloquemos un nuevo ojo y mientras los otros dos estén distraídos viendo lo
habituado, veamos con este tercero lo nuevo, lo amplificado.
Veamos los ojos de alguien más, unos ojos que nunca hallamos
visto, veamos que la mirada de esos ojos es una mirada que ve como nosotros y
luego veamos que no ve en lo absoluto nada, que no nos ve a nosotros, que ve en
nuestro lugar una interpretación de lo
que creemos que somos, y nosotros en nuestro espejo vemos lo que creemos ser y
entonces vemos que por cada persona que nos mira, que dirige una mirada hacia
nosotros, existe también uno de nosotros, por cada vida que nos dirige una
mirada existe una interpretación de lo que somos nosotros, entonces existe una
infinidad de nosotros, una infinidad de yos, una interpretación infinita de lo
que uno es, y entonces elijamos interpretarnos con todas las miradas de todos
los seres que nos miran, han mirado y nos mirarán, decidamos vernos con esta
infinidad de interpretaciones, con esta infinidad de miradas, tomémosles
prestados los ojos a todos los que puedan ver y veámonos en el espejo con
ellos, tomemos nuestros ojos y veámonos ante el espejo con ellos sabiendo que
son solamente un par de ojos como cualesquiera de los que hemos usado y como
cualesquiera de los ojos con los que nos hemos visto ya, entonces veamos que
somos lo que queremos ver de nosotros, somos lo que elegimos ver de nosotros y
al ver que somos esto, también vemos que entonces somos la suma de todas las
visiones y la suma de todas las visiones es una infinidad de posibilidades.
Vemos que somos una infinidad de posibilidades, vemos que podemos decidir ser
cualquier posibilidad dentro de la infinidad de posibilidades, vemos que
podemos soltarnos y ser la infinidad de posibilidades y elegir sin elegir, ser
sin ser, una paradoja que camina por las calles, una mutación constante, algo
muy sutil que toma forma cuando le interpretan, el puro lienzo sobre el cual se
interpreta, el vació origen.
18 abr 2015
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