Estrellas

4 nov 2010

Diálogo con el alma

Fotografía por Rigel

Siento que me hierve desde el centro. Que me mueve, que me intenta batir. Como un motor descarrilado, desvielado, a punto de romper con la línea que dictaba la cordura. Cierro los ojos, me proyecto, veo manchas de colores que me saben a niñez, olores y visiones que me saben a dulzura, y, prendidas en fuego, confundo mis manos que sólo quieren comer vida. Las tomo, las amarro a mi pecho y, a momentos más continuos, siento ese palpitar eterno, ese ciclo renovado, dulce y fluido que me enseña y me mantiene bien prendido, encendido, avanzando por el viaje sin rendirme.
Me levanto, respiro varias veces. Llevando el ritmo en la mente, lleno los pulmones hasta el tope sintiendo el aire en las venas, diciéndole al espíritu consciente  que lo amo más que a nadie y que debe de ser fuerte. Entonces, escucho algo que tiene que decir el alma:
Desconozco. Llevo eterno en lo etéreo, fluyo, vuelo y tomo lo que necesito de todo que es yo mismo. No distingo ni conceptualizo, únicamente siento y registro las palabras de las aves, los aullidos de los lobos, erupciones de volcanes…
Entonces, es la risa que me atrapa si conecto hacia arriba, si me voy a las montañas y camino por las playas, si me enredo con lo mío; matorrales, sal de mar, puertas enterradas en la arena que sólo muestran lo que ya es eterno, que sólo enmarcan lo que ya es muy cierto, gritando mensajes altos y claros de vida, de amor y de sonidos de viento, de oleajes que calman limpiándome con recuerdos de cosmos y unidad.
 Luego, es el llanto que me acaba cuando caigo en soledad. Ojos  de cuacos con anteojeras, que van separados por las veredas, que dividen todo el tiempo y se suben en pedestales embarrados de sangre. Ideas que seccionan universos coexistentes, perdiendo sentidos, ganando la nada. Alimentando egos de emociones todas rotas, gritándome polaridades, absolutos, mejores y peores. Exaltando diferencias muy superficiales; brillos de metales, pieles de colores, negras, amarillas, ojos de lenteja y de canica, bocas con idiomas, con líneas y prisiones de prejuicios, de cuestiones no resueltas.
Decido que aquí, en este encuentro, digiero lo discutido. Te amo y te quiero, me condenso en este cuerpo hermoso, este instrumento extraordinario. Experimento: resultado del orden aún no comprendido. Y me muestro en los ojos cuando ves en lo profundo asombrado de algo nuevo; y, al despertar, me muestro en las manos inmediatas, que se mueven, que se abrazan, que se posan justo en medio de los pechos cuando se necesita de recuerdos vislumbrados.
Más que nadie y en el fondo, tú lo sabes. Eres alma, pura alma y no muy diferente de “los demás”. Y te amo y te quiero, ya no diré más…