Estrellas

18 nov 2010

Muñecas de esas que espantan con los ojos

Fotografía por Rigel
Muñecas. Decenas de muñecas apoyadas sobre la pared, sobre la cama, sobre las almohadas y en repisas. Muñecas envejeciendo tras los años de tu  vida, mismos que llevo mirándote a través de esta ventana, soñando con tu cuerpo, con tus pezones rosados, con tu vagina húmeda y tus glúteos bien formados. Años observando tu movimiento de caderas, viendo toallas colgar de tus cabellos y debajo de las axilas. Algunas veces, también, sonidos de pisadas que me despiertan al amanecer cuando sueles llegar tarde, alarmas levantándome cuando tienes horario fijo.
De mi parte, asomos desde el balcón, de fuego y humo de tabaco.
Echo un vistazo. Muñecas de nuevo. Decenas de muñecas entre tus manos, con ropa y sin ropa. Muñecas que abren los ojos cuando se levantan, que cierran los ojos cuando se acuestan, que asustan a todos menos a ti. Muñecas viéndote cuando amanece y das un salto hiperactivo buscando llaves con llaveros que juraron nunca ser perdidos. Muñecas contemplándote cuando anochece y tú, delante del espejo delicioso por guardar tu imagen, cepillando tus cabellos rojos de arriba abajo, de arriba a abajo. Y a veces, mariposas en el estómago cuando ves por las ventanas en busca de algo más
Muñecas. Cuando crees que nadie ve, decenas que te observan, que te tocan y te sienten y que admiran tu belleza. Brazos de trapo y mecates que sonríen cuando bailas con la música bien alta, con las piernas muy desnudas y soñando a enamorarte; cuando aterrizas bien los pies probándote vestidos queriendo impresionar, cambiando tus aretes, practicando los saludos, peinando tus cabellos de maneras muy distintas.
¡Muñecas y muñecas! ¡Un chingo de muñecas que duermen contigo! Estando en cuerpo y alma, observando con los ojos aunque sean estos de plástico. Muñecas que atraviesan sus caritas en rendijas fabricadas para mirarte, que se atraviesan en las fotos que he tomado cada día, en cada madrugada suspirando bien dormida. Muñecas que me celan y no valoran el calor de tu aliento ni el roce de tu cuerpo. ¡Muñecas! Por qué tantas muñecas que están rotas, que están viejas.
De mi parte; dibujándote en mi mente, desvistiéndote y vistiéndote, tocándote y colocándote apoyada en la pared, sobre almohadas y repisas…